El Arte de Amar y Amarrar
20 diciembre, 2005
Gran parte de la poesía y la literatura universal ha abordado el tema del Amor y la relación entre los sexos. Este ha sido planteado como remedio para todos los males y también como la causa de muchos. Sin embargo, parece que el amor romántico es el cliché detrás del cual se han escondido muchos aspectos no resueltos de nuestra neurosis. Trabas provenientes de nuestra niñez que se gatillan al habitar la vulnerabilidad de esta experiencia afectiva. De la misma manera el funcionamiento biológico de la afectividad parece reflejar simplemente la necesidad de preservación de nuestra especie.
“Todo lo que necesitas es amor” decía John Lennon junto con su trupé de The Beatles en aquella famosa canción pacifista. Y todo el mundo lo cantaba en un intento por hacer de éste un mundo mejor.
Pero en la actualidad, cual es el fenómeno al cual nos referimos cuando ocupamos la palabra Amor. Cómo es posible que esta palabra se utilice para justificar y describir comportamientos tan disímiles como un acto heroico en un incendio y un crimen pasional.
Cuando decimos te amo es válido preguntarse qué es en realidad lo que estamos diciendo. ¿Que no puedo vivir sin ti, que quiero tu felicidad, que deseo estar cerca de ti?
He escuchado muchas veces que el amor no puede ser explicado, este necesita ser experimentado. Erich Fromm le dedicó un libro entero a este tema. Sin embargo, pienso que cuando ocupamos esta palabra sí estamos refiriéndonos a un universo experiencial específico. No lo pensamos ni sentimos sólo como una experiencia abierta e indescriptible. No es sólo una abstracción, sino que la experiencia afectiva es definida con deseos, creencias, actitudes y acciones específicas.
Bajo el paraguas de la palabra amor podemos justificar todo tipo de comportamientos, muchos de los cuales en otro contexto o sin la protección conceptual de esta palabra podrían incluso ser ilegales.
Mi comprensión es que junto con el fenómeno del amor romántico definido para estos efectos como la necesidad de cercanía con otro y el deseo de su bienestar, usualmente se gatillan tres fenómenos más que no están relacionados necesariamente con el amor: Es más, se pueden dar perfectamente sin la presencia de él. Estos son la proyección de las necesidades afectivas, el apego emocional y la posesión psicológica.
Estos tres fenómenos son: La proyección de las necesidades afectivas, el apego emocional y la posesión psicológica.
Vamos por parte. La proyección de las necesidades afectivas se refiere al hecho de poner en otro nuestra propia necesidad de ser queridos, apreciados, tomados en cuenta y aceptados. Esta necesidad se encuentra en nosotros previa al encuentro con el otro. Y responde a nuestras propias carencias emocionales. La mayoría son un subproducto de nuestras necesidades infantiles no satisfechas en la relación con nuestros padres. Estas necesidades están latentes dentro de nosotros hasta que aparece el “amado”, el que se convierte en una pantalla en la cual podemos proyectar nuestra propia falta de amor y eventualmente exigir esta retribución. Es justamente la no satisfacción de nuestras necesidades afectivas lo que causa el dolor emocional. No es el amor el que hace sufrir, si no el que no nos llenen el hoyo afectivo que tenemos en nuestro interior. El amor no causa dolor. Lo que causa dolor es el eco que éste hace con nuestras necesidades no satisfechas.
El segundo fenómeno es el apego emocional. Esto tiene más que ver con la dependencia emocional que con el amor. Es simplemente una adicción química a la presencia de otra persona. Digo química, porque a lo que nos apegamos es a la experiencia de las endorfinas circulando en nuestro sistema cuando nos encontramos con la persona amada. El apego es un fenómeno psicológico que se puede dar simplemente con la prolongada exposición a cualquier fenómeno. Si nos ataran una silla a una pierna y luego de ocho meses esta fuera retirada. La extrañaríamos enormemente. Es posible que no pudiésemos dormir en las noches y que nuestra vida se sintiera enormemente vacía sin ella. La dependencia emocional no es amor. De hecho, como mencionaba antes, se puede dar perfectamente sin la presencia de él.
El tercer y último fenómeno, es la posesión psicológica, que es la idea o la sensación de que el otro me pertenece. A la base de ello, se encuentra la creencia que por el sólo hecho de amar a alguien, esa persona se convierte en un objeto de mi propiedad. Esto incluye ciertos aspectos de su comportamiento, sus genitales y sentido de pertenencia afectiva. Creo que este aspecto es el que más fielmente refleja los programas y trancas infantiles. El niño tiene como medida de supervivencia física el apego y posesión de la madre. Depende de ella para su subsistencia. Por lo tanto tiene un mecanismo psicológico que hace que sienta que ella le pertenece y de esta manera trata de retenerla a su lado. Esto es normal y parte del propio mecanismo de auto sustentación de la vida del infante. Si no lo tuviera, éste probablemente no sobreviviría.
En este período de nuestro desarrollo el objeto primario de apego es la madre y el pecho materno. El prototipo de relación que el infante establezca con ella y el proceso de amamantamiento se convertirá en la base de todas las relaciones ulteriores. Si esta relación y proceso es detenido o alterado antes de que el niño lo haya completado por sí mismo, inevitablemente llevará al infante a llenar este hueco mediante un substituto. De hecho la doctora Helene Stock ha afirmado que la separación madre-hijo típica de las culturas occidentales ocurre antes de que el niño pueda manejarla psicológicamente, lo cual interfiere en el proceso del desarrollo del apego. Esta búsqueda por un substituto Freud la llamaba cathexis y el psicoanalista británico Donald Winnicot la denominó con el nombre de “Objeto Transicional”. El objeto transicional se convierte en un substituto del seno materno, el intermediario entre el sí mismo y el mundo. El apego biológico es proyectado en un juguete, u otro objeto cercano al niño. Winnicot sostenía que más adelante en la vida no perdemos nuestra tendencia a la cathexis; lo que ocurre es que encontramos substitutos más sofisticados. La pareja romántica se convierte de esta manera en un objeto transicional en donde podemos proyectar esta fase incompleta de nuestro desarrollo.
El problema comienza cuando dejamos de ser niños, ya que como adultos no necesitamos al amado para nuestra sobre vivencia física ni psicológica. El hecho de creer que el otro nos pertenece, simplemente refleja aspectos inconscientes que aparecen mecánicamente y que no han sido superados. La confusión proviene del hecho que suponemos que todas estas conductas neuróticas son expresiones y parte del sentir amor, simplemente porque muchos de nuestros conflictos internos no resueltos se gatillan cuando amamos. Por lo tanto, suponemos que la posesividad y los celos son subproductos del amor y no lo son. Son simplemente trancas que arrastramos desde la niñez y que aparecen cuando bajamos las defensas y nos permitimos estar en la vulnerabilidad de sentir amor. Es posible amar sin sentir celos y sin tener la necesidad de poseer al otro.
Desde mi entendimiento, estos fenómenos han sido históricamente en nuestra cultura equiparados con la experiencia del amor debido a ignorancia y falta de auto observación. No tenemos otros modelos de referencia para esto. Vivimos en una sociedad altamente neurótica y enferma donde la mayoría de las personas funcionan al nivel psicológico de supervivencia, al mínimo de su potencial, con una edad psicológica no superior a los trece años. Naturalmente suponemos que esto es todo lo que es posible para nosotros afectivamente y que el amor incluye estos tres aspectos, pues no conocemos a nadie que funcione de otra manera. Y lo familiar, asumimos, es lo natural.
Otro aspecto importante que desearía comentar tiene relación con la función del amor en nuestra especie humana. Entendiendo por amor lo que describí anteriormente, excluyendo la experiencia de los aspectos neuróticos ya mencionados.
Hace muchos años le escuché a Osho decir que el amor romántico como lo conocemos no es más que un truco biológico destinado a la reproducción. La primera vez que escuché esto me pareció una aberración y me sentí profundamente enojado por lo que me parecía una sub-valoración de algo que para mi era sublime. Sin embargo, con el tiempo y la experiencia no puedo sino estar de acuerdo con tal afirmación.
Si consideramos que el amor romántico, como experiencia organísmica, es la irrefrenable ansia de la cercanía con el otro, cabe preguntarnos qué función cumple esto en nuestra especie. El amor parece estar presente de esta manera sólo en los seres humanos. Mi explicación tiene que ver con el mecanismo biológico de la conservación de esta. Es decir, el amor sería la manera como la naturaleza se encargaría que nos reprodujéramos. Pero ¿por qué necesitamos el amor para esto? ¿Por qué no simplemente el impulso sexual como motor, al igual que en el resto de los seres vivos? Mi deducción es que somos seres demasiado complejos con un alto y sofisticado mecanismo intelectual y con la habilidad única de ser auto-conscientes, distinguiendo entre la consciencia del sí mismo y el otro. Debido a lo anterior, creo que sería difícil que simplemente un impulso percibido solamente como un mecanismo biológico sea lo suficientemente efectivo como para llevarnos a la reproducción.
Lo más probable es que preferiríamos hacer otra cosa que atravesar por toda la gimnástica del acto amatorio. Es por eso que la naturaleza ha urgido un truco que nos involucra totalmente, emocional, física y psicológicamente para desear estar íntimamente cerca de otro ser humano. Este truco sería producido hormonal y químicamente por nuestro organismo cuando ciertas condiciones, de las que hablaré más adelante, estuvieran presentes.
Los científicos británicos Baker y Bellis en su estudio sobre las conductas sexuales y afectivas de humanos y mamíferos, dicen que los químicos que producen la sensación de enamoramiento duran en promedio nueve meses. La función de esta experiencia, sería permitir la concepción de la cría humana a través del impulso a estar íntimamente con la pareja la mayor cantidad de tiempo posible. Según sus investigaciones, posterior a este período el organismo secretaría químicos que producen la sensación de bonding, unión, conexión con el otro. Estos químicos tendrían una duración promedio de tres años. El propósito de dicho proceso sería que la cría humana, increíblemente indefensa, si se la compara con las crías de otros seres vivos, tenga el apoyo y el cuidado de ambos progenitores para su desarrollo y sobre vivencia.
Aparentemente, una vez terminado este período no existirían procesos biológicos que apoyen la experiencia del amor de pareja. La permanencia de dicha relación con una unión afectiva fuerte, sin considerar a los hijos y la dependencia emocional, se debería exclusivamente al hecho de tener visiones de mundo, intereses y proyectos en común.
He preguntado a amigos y conocidos cuanto tiempo ellos sintieron que en realidad amaban a su actual o ex-pareja y la mayoría me comentó que entre tres y cuatro años. Entonces nos encontramos con el problema de que hemos culturalmente organizado nuestra vida e interacción social alrededor de un fenómeno, la pareja, que sólo tiene apoyo de la naturaleza por no más de cuatro años. En este punto nos encontramos con el problema de la monogamia como estructura social. Mi propia experiencia me indica que la permanencia de la pareja, al menos las que yo he tenido, más allá de la frontera biológica se debe al hecho de mantener una pareja abierta y respetar los espacios y distancia afectiva entre nosotros. Ella es aún un misterio para mí. Un misterio que me invita todos los días a descubrirla.
Ninguna especie animal es sexualmente monógama. Y parece que el ser humano no es la excepción. Incluso una especie de gansos que mantenían una pareja única durante toda su vida, al realizarle exámenes de ADN se descubrió que las crías correspondían a otros machos, distintos de su pareja única. Los estudiosos del comportamiento humano dicen que los seres humanos son socialmente monógamos, es decir, tienen tendencia a tener una pareja única que tiene que ver con su identidad social, pero sexualmente son polígamos. Es decir, tienen varias parejas sexuales a lo largo de su vida, diferente a su pareja oficial. En el mismo estudio, se muestran los resultados de una investigación de ADN en el norte de Inglaterra, donde se comprobó que el 38 por ciento de los hijos correspondían a padres distintos de su padre social.
Todo el mundo sabe de esto, pero nadie quiere verlo. Se nos ha dicho que si el amor es verdadero dura para siempre. Todo el mundo sabe que esto no es verdad. Nada dura para siempre en este universo y el amor, lamentablemente, no es la excepción. Pero tenemos tanto miedo a no ser amados, debido a las falencias afectivas que arrastramos desde la niñez, que preferimos meter la cabeza en la arena como la avestruz, a enfrentarnos y comprender la realidad de este fenómeno. Vivimos soñando con encontrar nuestra alma gemela, la media naranja que nos completará. Muchas veces hemos dicho: este es sí que es el amor de mi vida. Y por supuesto esto durará hasta que se acabe…y aparezca el siguiente.
Al leer lo anterior cabe preguntarse si esto es todo lo que somos: Animales que funcionamos mecánicamente con el objetivo de aparearse. Creo que no y ciertamente que sería reduccionista y simplista afirmar esto. Sin embargo, desde ahí empezamos. Ese es el funcionamiento básico. La naturaleza por si misma no requiere más. Si deseamos actualizar nuestro potencial afectivo tenemos que decidir crecer desde ese punto. Esto no va a ocurrir automáticamente por el sólo hecho de ser un humano vivo. Mi experiencia como psicoterapeuta me dice que la mayoría de las personas están atascadas en el nivel mecánico y biológico de su afectividad. Quieran reconocerlo o no. Me imagino que la idea de que su comportamiento no es muy disímil al resto de los primates puede ser ofensivo para su ego. Pero a riesgo de sonar arrogante, puedo decir que mis 10 años de trabajo con gente lo reafirma.
El amor puede ser un proceso y una vivencia que trascienda sus aspectos neuróticos o puramente biológicos. Pero este tipo de amor, raramente experimentado por personas comunes y corriente, no estará reducido a una relación afectiva o a una institución social como el matrimonio, no buscará coartar la libertad del otro en nombre del compromiso. Será una apertura, un verdadero dar. No una excusa para que alguien me ayude a escapar de mi soledad.
Ciertamente mucho más es posible. Sólo necesitamos soltar el apego a nuestros condicionamientos afectivos. Entonces, quizás Lennon y los Beatles tengan razón. Todo lo que necesitamos es amor.
Te felicito y agradezco por tan nítida exposición de tan intrincado tema. Por momentos pasé por una comprensión intelectual mientras leía, producto creo yo de que “hay ropa tendida” en cuanto a mi propio condicionamento amoroso… y de pronto viajé a minutos de comprensión total donde pude ver este condicionamiento completo. Me dio vértigo.
Gracias. Suerte.
Querido Vikrant.
Preciso,claro y descarnado como siempre.Además ,ameno y bien escrito.Un agrado y una verdadera invitación a abrir la mente en un tema tan central y complejo como este(se ha llamado a la mente “el paracaídas del alma”:sólo sirve de verdad cuando se abre…)
Un saludo cariñoso y mis mejores deseos para tí y los tuyos en este año que comienza,con un gran abrazo
Pedro
hola llegue a ti por un comentario firmado en mi blog de un anónimo (a), muy bueno lo que escribiste realmente muy cierto y claro…. pero mi cuestionamiento es el siguiente (siempre cuestiono, para algunos es ser criticona… para mi es querer postular otras ideas) esta bien se ha comprobado que el hombre no dura mas de 4 años en la etapa de enamoramiento… pero si ese hombre tiene la capacidad de poder racionalizar lo que pasa por su vida, por ser un individuo mas complejo, ¿¿¿porque no puede seguir con ese compañero que Eligio para caminar juntos??? Se supone que tienen los mismos intereses, gustos parecidos y quieren una vida parecida para ambos???…. bue esa es mi interrogante…. seria bueno si me la contestas….
Saludos de una leoncita con cara de pollito, que busca mejorar sus trancas y poder vivir más libremente… tu texto ayudo bastante.
Leoncita. Los comentarios que escribí se refieren a generalizaciones respecto del funcionamiento humano… no es necesariamente aplicable a cada caso. Mi sensación es que cuando el proceso de enamoramiento y funcionamiento biológico como conexión mecánica termina, con lo que te quedas en con el ser humano con el que tienes la posibilidad de compartir tu vida. En este punto me imagino que alguien que comparta tu visión de mundo y tus gustos en esta aventura de estar vivo será una hermosa posibilidad de encuentro y profundìzación en el mundo de la intimidad. Lamentablemente, la mayoría de la gente termina con una persona con quien han desarrollado un apego afectivo, pero que no necsariamente comparte tu cosmogonía. Porque en un comienzo el proceso biológioco de enamoramiento es tan potente que lo menos importante en una visión común. Respecto de la monogamia, bueno ese es otro problema en si mismo… no hay mucho apoyo biológico pasra mantener ese proceso en el tiempo.
Querido Vikrant, comparto plenamente contigo! Desde mi experiencia de haber tenido dos parejas y haber estado siempre con un compañero a mi lado, siento que hoy -sola – he compartido y he conocido muchos hombres que de otra manera tal vez, no hubiera podido ser. Mi relación con ellos es desde el amor, con desapego y con mucho contacto, situación que no está permitida si tú estás con pareja. Es un tema que a muchos les atrae y no se atreven a experimentar ya que pondría en riesgo su relación perfecta. Obviamente que estar con un compañero y caminar juntos me encantaría, pero lo que he aprendido estando sola ha sido mucho.
Un abrazo con mucho amor! Kashi
Queridisimo Vikrant:
Siempre has tenido el don de la palabra y es una de las cosas que admiro de ti. Despues de muchos anos de busqueda, de los cuales parte importante fue compartida contigo; leo tus palabras y veo mucha verdad en ellas, cosas que a veces no estamos dispuestos a ver, o que simplemente no queremos escuchar. Estoy en este momento en un proceso muy importante en mi vida, me estoy re-inventando, dejando de ser quien era, con toda mi historia personal, talleres, viajes, ayunos, miedos, busqueda y toda nuestra carta de presentacion que cargamos con tanto orgullo… te mando un gran abrazo y gracias por tus palabras…
Amado Subrata. que rico escuchar de ti. Siempre tengo un espacio en mi corazón por aquellas aventuras. Un abrazo
Lo siento pero qué horror me ha dado leer esto! Un amigo me lo linkeó, y comeccé ávidamente a leer, pues tengo experiencias y reflexiones recientes sobre el tema, y como vi “experiencial” en el encabezado del sitio, recordando mi trabajo de psicoterapia experiencial, pensé “wow, justo un tema del que quiero leer…”. Pero entonces, me encontré con frases como “Esta necesidad se encuentra en nosotros previa al encuentro con el otro” y “responde a nuestras propias carencias emocionales”. Y también para el bronce: “La mayoría son un subproducto de nuestras necesidades infantiles no satisfechas en la relación con nuestros padres. “. Creo más en las explicaciones que he aprendido leyendo a Gendlin y Rogers, y en mi propia experiencia y reflexión. El punto de partida es que el amor es una de nuestras emociones básicas, como el miedo, la rabia, etc. Y hay dos tipos: el amor erótico y el amor filial. Idealmente, los realizamos en-con una persona que llamaos nuestra pareja, novia, esposa, amada, etc. En cualquira de los dos casos, la emoción no crea un “importar” con la otra persona, que nos motiva a cuidarle y tal. Redicir eso a una reacción química es una tautología precaria, pues todos nuestros pensamientos y emociones ocurren sobre una infraestructura que es química. Lo importante es que esas emociones son parte de la experiencia y de la cultura humanas, y que hay diversas formas de llevar a la práctica la consecuenca de dicho emocionar, unas sanas y otras no tanto. En este sentido, me gustó tu reflexión acerca de la condición cultural de la monogamia. Salu2.
Hola info. Por que tanto horror? Estoy familiarizado con el trabajo de Gendling y Rogers y comparto muchos de sus puntos de vista sobre el trabajo con gente y la visión del desarrollo humano. No digo que el amor como experiencia afectiva sea necesariamente una expresión neurótica, sino que lo que “llamamos” amor está teñido por nustras propias trancas y que existen otros niveles de la experiencia afectiva más allá del erótico o el filial que están disponibles para los seres humanos, esto por supuesto está más alla de la visión de Gendling y Rogers. Un punto importante es que el condicionamiento alrededor del amor es enorme y las peronas se siente f{acilemente amenazadas cuando existe algún tipo de desmitificación del fenómeno. No es sólo un proceso químico, pero esa es la base y responde a pautas bio-químicas bastante predecibles. Pero lo importante es que hay más niveles experienciales disponible, sólo que raramente hemos habitado esos espacios.
Un abrazo
Vikrant
son tantas palabras, todas tan llenas de conocimiento, no sé si 100%de sabiduría y prefiero no juzgar… pues de una u otra forma las incorporo a mi propia elaboración mental y también las reconozco en algún grado en mi propia experiencia, pero sin mentir sucede que justo en medio de la lectura de ellas me dió un golpe en la cabeza un gran balón de goma lanzado por mi hijo para que jugaramos un rato… de vuelta al blog puedo compartir mi propia experiencia de lo que siento que es el amor, creo que para mi el amor es una energía que me pone en movimiento, que yo en mi percepción personal le atribuyo caracteristicas de espontaneidad, inocencia y alegría, de conexión, de apertura,de agradecimiento y de algo así como simplicidad, pureza e incondicionalidad… la verdad no sé si alguna vez comprenda bien el concepto “amor” pero miro alrededor o me veo en los ojos de mi hijo y siento positivamente y con certeza que estoy amando
Suwo. Comparto tu descripción de las caracteristicas del amor… Ahora en el blog que es una reflexión sobre mi experiencia, abordo ciertos aspectos neuróticos que han sido amparados bajo esta palabra.
Un abrazo
Vik